Denle el favor al huérfano y al débil,
hagan justicia al pobre y al que sufre,
libren al indigente y al humilde,
sálvenlos de las manos del impío.
SALMO 82:2-4
DIOS MISERICORDIOSO, CUYO HIJO LLORÓ POR LA CIUDAD DE JERUSALÉN,
llena nuestros corazones con compasión por las mujeres y los niños que
sufren violencia y explotación en manos de los impíos. Dirige nuestra
mirada para estar atentos y poder reconocer a quienes necesitan nuestra
ayuda. Dirige también nuestros corazones para que podamos liberarlos de
la carga que les han impuesto y conducirlos hacia su libertad y seguridad.
Te lo pedimos por intercesión de Nuestra Señora de Lourdes y en el nombre
de tu Hijo Jesucristo y el Espíritu Santo, desde ahora y para siempre. AMÉN.